VIAJAR A ESCOCIA: Dingawll y Lago Ness (días 7 y 8).

DÍA 7: DINGWALL

Comenzamos el día en nuestro hotel de Portree tomando uno de esos desayunos tan típicos que nos dejaban sin hambre hasta media tarde, y enseguida nos pusimos en marcha para abandonar la isla de Skye y dirigirnos hacia nuestro siguiente destino, el norte. Como siempre, es imposible no ir parando en cualquier lugar de Escocia, así que a mitad de camino hicimos una parada en el Loch Carron, donde empezó a llover, para variar. Soy una persona a la que no le gusta la lluvia, pero en Escocia las tormentas no te molestan, porque comprendes que para que aquello sea así de precioso, el tiempo necesita ser tal y como es.

Seguimos conduciendo y admirando el paisaje, como siempre. Teníamos una hora larga de viaje por delante ya que nos dirigíamos a Dingwall, lugar en el que íbamos a pasar los siguientes días. Por suerte, conducir por allí es un placer, las carreteras son una pasada y los escoceses conducen muy bien y con mucha calma, como ya comenté.

Así pues, al cabo de un tiempo llegamos a Dingwall. Dingwall es un pequeño pueblo de las Highlands bastante bonito. Como todos los pueblos que fuimos visitando, tiene muy poca población (unas 5000 personas) y pocas calles, pero este pueblo estaba super completo con todo tipo tiendas, restaurantes y varios supermercados (Lidl y Tesco). La calle principal era muy bonita, la tenían decorada con banderines y estaba llena de escaparates y restaurantes. Había buen ambiente.

Nosotros teníamos reserva en el centro de pueblo, en un hostal llamado The Royal Guest House. Así que allí fuimos. Encontramos aparcamiento nada más llegar en la misma puerta (¡una suerte!) y decidimos hacer el check-in. La verdad es que el sitio era muy peculiar, lo regentaba (o al menos estaba al mando) un chaval muy joven y nervioso. No sé cómo describir el sitio, porque de verdad que era extraño sin resultar desagradable (todos los que trabajaban allí parecían sacados de un programa de rehabilitación) pero nos dieron una habitación grande (tres camas), teníamos baño propio, desayuno incluido y todo estaba limpio y céntrico ¿qué más se puede pedir?

Por primera vez en mucho tiempo íbamos a dormir dos noches seguidas en el mismo lugar así que podíamos hacerlo todo con más calma. Tras pagar y dejar nuestras maletas, nos fuimos a ver el pueblo. Paseamos un rato para conocer la zona y decidimos ir al supermercado a comprar de comer. Cuando desayunas tanto como nosotros lo hacíamos no tienes hambre a mediodía, así que en Lidl nos hicimos el apaño con una botella de agua, unas ensaladas, yogurt y fruta. Hacía buen día, nos pareció apropiado sentarnos en un banco enfrente del museo de Dingwall donde un joven nos amenizó la comida con su guitarra eléctrica tocando temazos de rock. Una gaviota muy lista (no sabía que eran tan espabiladas) a la que bauticé como George estuvo rondando toda la comida. Así que ahí estábamos, comiendo por menos de 5 libras, con la compañía de George y el guitarrista, simplemente disfrutando del día. Un plan diferente pero agradable, sin duda.

Cuando terminamos decidimos ir a descansar un poco al hotel y planear la tarde.

Vimos que cerca de Dingwall había una de las destilerías más importantes de Escocia, Glen Ord y decidimos ir a hacer uno de los tours que tienen. Desgraciadamente tenían todas las visitas llenas, así que nos quedamos con las ganas. Como ya estábamos en ruta y nos conocíamos Dingwall por haber estado paseando por ella y no parecía haber mucho más que ver, decidimos ir a Inverness. La considerada «capital» de las Highlands y situada en la desembocadura del río Ness, está tan solo a media hora de distancia en coche de donde nos alojábamos y aunque no estaba dentro de nuestros planes visitar esta ciudad, nos pareció lo apropiado, por cercanía y por interés. ¡Allá que nos fuimos!

Aparcamos en un caro barrio residencial antes de llegar al centro y nos fuimos a pasear. Inverness es muy bonita, pero a mí personalmente, tras haber visitado Edimburgo y venir de las Highlands, no me causó tanta impresión. Creo que si se visita por cercanía para pasar un día está bien, pero creo que no viajaría a propósito en avión para visitarla.

Caminamos toda la tarde por Inverness. Intentamos visitar el castillo pero ya estaba cerrado, así que anduvimos por la zona comercial y visitamos el cementerio (tan típico y bonito como todos los de UK) y cuando llegó la hora adecuada, buscamos dónde cenar. Encontramos un restaurante vegano junto al cementerio, muy pequeño y cuco, pero desgraciadamente estaba cerrado. En el cementerio, por cierto, está la Old High Church, el edificio más antiguo de Inverness cuya torre del campanario data de la Edad Media.

Después probamos suerte en otro restaurante en el que nos intentaron «estafar», por así decirlo. En la calle había una carta con unos precios y cuando entramos nos dieron una diferente diciendo que la carta cambiaba a partir de X hora (esta segunda era considerablemente más cara). El lugar se llamaba Ash Inverness, no vayáis. Finalmente acabamos en un restaurante con buenos precios, The Auctioneers donde me pedí una ensalada césar vegetariana que estaba muy rica. La verdad es que allí cenamos muy bien. El restaurante está por el centro, os lo recomiendo.

Tras la cena, decidimos dar una última vuelta hasta llegar a nuestro coche para volver a Dingwall donde dormimos plácidamente. Es un pueblo muy tranquilo.

DÍA 8: LAGO NESS

A las 07:30 de la mañana empezaba nuestro día. Habíamos decidido pasar todo el día visitando el Lago Ness, verlo entero, empezar por una punta y acabar en el mismo sitio rodeándolo completamente. Así que antes de empezar con la ruta fuimos al Tesco a comprar provisiones para hacer un picnic.

Según leímos en Internet, todo el mundo suele hacer el viaje al Lago Ness de manera inversa a como lo planeamos nosotros. Todo el mundo suele ir bien en autobús, bien en coche a la parte izquierda (o superior) por así decirlo, del famoso lago. Nosotros bajábamos del norte, pasamos Inverness y la dejamos atrás y así llegamos a la parte noroeste. ¿Quién no conoce el lago Ness? Con una superficie de 56 km, Ness es el lago más extenso de Escocia y es mundialmente conocido por Nessie, el monstruo que supuestamente habita sus aguas.

Lo cierto es que pensábamos que el lago Ness debía ser sobreestimado por su popularidad entre los turistas, pero la verdad es que no tiene nada que envidiarle a cualquiera de los otros lagos que fuimos viendo a lo largo de nuestro viaje. Es un lugar precioso.

Paramos en un recodo donde nos encontramos con una familia de patos. Llevábamos pan de nuestro picnic y les dimos de comer, ¡nunca le había dado de comer a unos patitos en la mano! También paseamos un poco e incluso metimos los pies en el lago. El agua estaba congelada, pero mereció la pena como experiencia. La verdad es que el paisaje era una maravilla y el ambiente también, salió un día espectacular.

Estábamos tan bien que nos fuimos al cabo de una hora o así.

Después fuimos poco a poco bajando, rodeando el lago y parando tantas veces como queríamos.

Llegado cierto momento, decidimos pasar cerca de donde vivió Aleister Crowley, visitamos el cementerio de la zona (¿Qué vamos a hacer si nos gustan esos cementerios?) y admiramos de nuevo el paisaje y las vistas al lago.


Después seguimos con la ruta hasta llegar a un lugar que señalizaban como punto de visita, las cataratas de Foyers. No lo teníamos marcado pero nos llamó la atención y decidimos ir. Son unas cataratas escondidas en medio del más profundo verde que puedas imaginar.

El acceso a las cataratas son unas escaleras (muchas) con un camino un poco complejo según para quién, pero merece la pena. Las vistas son bonitas, hay tranquilidad y como todo en Escocia, el ambiente es perfecto.


Antes de acceder a ellas hay una mesa de madera con unos bancos para sentarse  y decidimos hacer ahí nuestro picnic. Compartimos la comida con una pareja china y sus amigas que llevaban días haciendo ruta por Escocia. Mantuvimos una comida y conversación agradable hasta que empezó a llover. Los chinos fueron corriendo a aguardarse bajo un árbol, pero nosotros nos quedamos ahí con nuestro chubasquero bajo la lluvia. Estábamos acostumbrados a mojarnos y no nos importaba nada a estas alturas, aunque fuera una comida pasada por agua.

Tras comer, bajar a ver las cataratas (si pasáis por allí o estáis por la zona os recomiendo que las veáis, no es que sea lo más espectacular del viaje pero solo se os irá media hora) y subir las escaleras de nuevo (esta fue la peor parte, con el estómago lleno), volvimos a tomar rumbo.

Seguimos conduciendo y viendo paisajes maravillosos. Pasamos por Fort Augustus donde estaba todo lleno de autobuses y turistas (y nos alegramos muchísimo de haber hecho la ruta a la inversa al verlos, porque iban justo en dirección contraria a la nuestra). Allí no paramos porque había demasiada gente y no nos atraía la idea.

Seguimos conduciendo hasta llegar a Drumnadrochit. En este pueblecito básicamente viven de la historia del monstruo del lago Ness. Allí está el centro de exhibiciones del lago y un montón de tiendas con los típicos souvenirs de Nessie, etc. A mi parecer todo esto está más que sobrevalorado y no merece la pena parar ahí teniendo la otra parte del lago sin turismo ni gente, pero bueno, para gustos los colores.

A 5 minutos en coche del pueblo (pasamos por allí) está Urquhart Castle. Este castillo es un punto turístico importante para mucha gente. Nosotros decidimos no ir porque ya lo habíamos visto desde la orilla de enfrente y no nos apetecía demasiado, además, no está muy bien conservado y había que pagar por entrar. Aunque las vistas desde allí parecían alucinantes (aunque veníamos del otro lado del lago que os aseguro que es espectacular y sin apenas gente) lo dejamos pendiente para otro futuro viaje.

Tras comprar un souvenir para los sobrinos y pasar en Drumnadrochit más tiempo del que yo habría querido (en serio, salvo el castillo, no hay nada, solo cosas de Nessie para comprar), nos volvimos a Dingwall.

Cuando llegamos buscamos un sitio para cenar. Estaba todo medio cerrado. Buscando acabamos por casualidad en un restaurante chino que no prometía nada pero que resultó ser el mejor chino en el que he comido en mi vida. Si vais a Dingwall tenéis que comer allí. El restaurante se llama Dings Chinese restaurant & takeaway. El lugar no da muy buena impresión de primeras y no da pie a entrar y comer allí, pero dadle una oportunidad. Me lo agradeceréis.

Tras comer el arroz chino de verduras más delicioso (y menos aceitoso) que he probado en mi vida, nos fuimos al hostal a descansar. El viaje comenzaba a llegar a su fin.

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