VIAJAR A ESCOCIA: Highlands e Isla de Skye (días 5 y 6).

DÍA 5. HIGHLANDS

Abandonamos nuestro setentero hotel en Dalmally para empezar nuestra ruta hacia las Highlands. Justo enfrente de este hotel hay un camino secundario que te lleva hacia Glencoe. También existe una carretera principal por la que es más sencillo conducir y cuyo camino es más corto, pero esa carretera tiene más tráfico y no tiene la magia que tiene el camino por el que echamos. Los paisajes y lugares que nos encontramos durante ese breve trayecto fueron increíbles.

Como ya comenté, la mejor parte de llevar coche es que no dependes de nada ni nadie, puedes conducir por donde quieras y parar donde te apetezca. Así, estábamos asombrados de lo maravillosamente bello que era todo, y en el primer recodo que vimos en el camino decidimos aparcar. Todo era del color verde radiactivo que caracteriza Escocia y había un río que atravesaba el paisaje. No había nadie ni nada, y allí estábamos, en silencio, mientras caían ligeras gotas fruto de la niebla y humedad. Dios mío, qué postal.

Después condujimos un rato más y llegamos a otro lugar donde el agua del río se volvía feroz y chocaba contra unas rocas. Había un puente y una pequeña casa de madera al fondo de este. No sé cómo explicarlo, pero todo era muy idílico. Creo que las fotos hablan por sí solas, a pesar de que no hacen justicia.

Fuimos así, minuto tras minuto parando en cada lugar que nos parecía increíble (¡aunque todos lo eran!) hasta que finalmente nos encontramos con la carretera que mencioné antes, a la que nos unimos para seguir hacia las Highlands. Pienso que el echar por ese camino en lugar de por la carretera principal fue una de las cosas que más mereció la pena del viaje, ya que fue una precuela de lo que nos esperaba.

Pasado un tiempo y cuando ya subimos hacia este maravilloso valle en el que ya nos habían dado la «Welcome to the Highlands» volvimos a parar (es imposible no parar cada 15 minutos, la verdad) y tras subir andando sobre una pequeña montaña llena de barro se asomaron ante nosotros estas vistas.

Casi lloro. Casi lloro de verdad. No sé por qué, pero me parecía todo muy bello.

Sé que es difícil entender a través de una foto, pero yo estaba ahí, con mis botas de agua llenas de barro, mi chaqueta y el aire helado acariciándome la cara, observando ese paisaje. Solo podía sentir paz, absoluta paz interna ante tanta belleza.

No sé, viajar a las Highlands es todo el tiempo así, un orgasmo visual tras otro. Es difícil no estar todo el rato con la boca abierta y el corazón en un puño.

Seguimos nuestro camino. Conforme atravesamos Glencoe íbamos encontrando más coches, también con mucha gente haciendo rutas andando y muchas personas disfrutando del maravilloso paisaje. Como todo está tan bien preparado y señalizado, paramos también a ver las Three Sisters, tres crestas muy empinadas que se extienden al norte hacia el Glen.

Seguimos conduciendo y parando en todos los puntos que considerábamos interesantes hasta que llegamos a Invergarry, donde decidimos comer en el primer lugar que encontramos, el Invergarry Hotel, que tiene un restaurante «The Brasserie» que la verdad es que está muy bien. Estaba casi lleno pero conseguimos una mesa. Si os pilla de paso, os lo recomiendo.

Tras comer cada uno su plato y compartir un postre de esos que te producen diabetes, nos pusimos en marcha de nuevo.

Pasamos por un nuevo lago cuyo nombre no recuerdo desgraciadamente y seguimos conduciendo para llegar a tiempo a Eilean Donan, otro de los castillos que queríamos ver y que pensábamos que nos entraba en la Explorer Pass (pero resultó ser un castillo privado y hubo que pagar entrada). El castillo Eilean Donan es una fortaleza situada sobre la pequeña isla del mismo nombre que se alza a un lado del lago Duich. Por su difícil accesibilidad, en su día resultó ser muy difícil de tomar.

Como curiosidad, leí que en 1719 fue ocupado por una expedición española que tenía como objetivo levantar militarmente a los escoceses contra la corona inglesa. Actualmente sigue siendo la residencia oficial del Clan McRae. Los alrededores de este castillo (que os aviso ya, son increíbles) han salido en muchas películas (entre ellas Braveheart).

La verdad es que el castillo en sí por dentro no es para tanto (sigue siendo una residencia oficial y tienen un gusto peculiar por la decoración) y además no permiten tomar fotografías. Muchas de las habitaciones están cerradas y el recorrido está totalmente preparado para el turismo (que por cierto, había mucha gente), pero las vistas exteriores son absolutamente increíbles. De hecho, la mejor foto que hice en el viaje la hice allí, y no la enseño aquí porque estoy segura de que con ella puedo ganar algún concurso de fotografía (ja ja ja).

De allí decidimos ir al lugar donde íbamos a alojarnos, Kyle of Lochalsh, un pueblo de dos calles (literalmente) en el que encontramos la única habitación para alojarnos por la zona (repito lo que ya dije en otro post: si vais en verano a Escocia, buscad los alojamientos con tiempo).

El hotel en sí no era gran cosa, pero estaba limpio y tenían desayuno incluido, suficiente para mí. Intentamos buscar un lugar donde cenar (que no fuera el mismo hotel), pero como digo, el pueblo tenía literalmente dos calles, así que cogimos coche para ir al siguiente pueblo, Plockton, que estaba tan solo a unos 16 minutos en coche de allí, para probar suerte.

Resultó que Plockton era un pueblo costero de otras dos-tres calles. Yo había leído en Internet que era turístico, pero apenas había gente porque es diminuto (y aún así estaba lleno). Situado a orillas de un lago y del mar, es un pueblo sin apenas nada que ver pero con unas vistas al agua y una paz alucinante. Vivir allí una temporada debe ser toda una experiencia. Encontramos un par de restaurantes, pero ambos estaban llenos y no queríamos esperar bajo la lluvia que empezó a caer y el frío que empezó a hacer (y eso que leímos que allí las montañas creaban una especie de microclima que lo hacía más cálido que otros lugares de Escocia), así que estuvimos a punto de volver a Kyle of Lochalsh con el estómago vacío. Cuando fuimos a coger el coche reparamos en un pequeño puesto de fish & chips para llevar. Pedimos el plato estrella del Reino Unido y volvimos a nuestro hotel a cenar allí. Y así terminó nuestro día.

Me voy a repetir mucho en estos post, pero de verdad, fue un dia lleno de paisajes inspiradores, vistas increíbles y lugares llenos de paz y tranquilidad.

No podéis no ir a las Highlands si viajáis a Escocia el suficiente tiempo. Es una experiencia maravillosa.

DÍA 6: ISLA DE SKYE

Tras un completo desayuno en el Kyle Hotel, nos pusimos de nuevo en marcha hacia la Isla de Skye.

La Isla de Skye era uno de nuestros objetivos más importantes en el viaje y teníamos muchas ganas de ir allí. Hay dos maneras de acceder a esta isla, en ferry (Mallaig), o por carretera. Nuestra intención era hacerlo en ferry, pero al final, ya que tuvimos que dormir en  Kyle of Lochalsh, decidimos ir por la carretera puesto que estaba más cerca. Mucha gente entra por un lado y sale por otro, en nuestro caso lo hicimos todo por el mismo lugar, ya que después de visitar a isla queríamos seguir conduciendo hacia el norte.

Así que como decía, tras un rato en la carretera llegamos allí. Mientras nos dirigimos al pueblo principal, nos cruzamos con muchísimos bed & breakfast, todos ellos completos con su cartel anunciando «no vacancies». Alucinante. Ni un solo hueco en toda la isla.

Llegamos a Portree, lugar donde teníamos el alojamiento para esa noche. Portree Hotel parece ser el hotel más caro (doy fe) en el que nos alojamos y posiblemente también el más caro de la isla (pero una vez más, único lugar dónde encontramos habitación). Situado en todo el centro del pueblo, llegamos temprano para comprobar que, como en todos los alojamientos de Escocia, no podíamos hacer el check-in antes de las tres de la tarde, así que decidimos empezar la ruta por la isla y volver después.

De esta manera comenzamos a bordear el norte por el este y fuimos pasando mini pueblos hasta llegar a Kilt Rock, uno de los sitios más turísticos a la par que impresionantes de la Isla de Skye. Son unos acantilados con agua cristalina cuyas vistas dan al mar, donde se pierde la mirada y donde el cielo y el agua se unen en un solo punto. Había bastante gente, ya que por su popularidad es un punto de encuentro y parece ser que hasta los autobuses turísticos te llevan allí, pero mereció la pena ir. Hicimos unas fotos muy chulas.

Tras esto, seguimos bordeando la costa y pasando por Staffin vimos un cartel sobre una playa cercana. Decidimos ir allí a ver qué encontrábamos. Que sorpresa la nuestra que nos sorprendió la que yo llamé la playa Casi Perfecta. El «casi» solo se debe a que no la tengo cerca para poder ir cada vez que quiera. 😉

Era una playa de arena negra y piedras enormes, con un montón de ovejas pastando alrededor. No tengo palabras para describir esa playa. Fue uno de los mejores momentos de todo el viaje. Tuvimos que parar y resetear nuestro cerebro. Pasamos allí mucho tiempo, disfrutando de las vistas, del aire, de las ovejas, del agua salvaje, del verde radiactivo, del fantástico paisaje. De verdad, no tengo palabras. Solo puedo enseñaros alguna foto y que intentéis comprender lo que a malas maneras puedo transmitir. Fue uno de los momentos más felices para mí de todo el viaje. La isla de Skye había tocado definitivamente mi corazón.

Desgraciadamente tuvimos que abandonar aquel paradisiaco lugar para continuar con nuestra ruta. Llegamos, de esta manera, a las impresionantes montañas donde está la antigua fortaleza Duntulm Castle, situado al norte de la isla.

Del castillo del que se cuentan historias terroríficas apenas queda nada, pero las vistas desde sus ruinas son impresionantes. Situado en lo alto de una montaña a los pies del mar tiene una costa inmensa y preciosa. Dios mío, tanta belleza es difícil de describir, pero si queréis ir a verlo estoy segura de que no tendréis problemas porque hasta autobuses llegaban allí. De verdad, merece la pena.

Seguimos con nuestra ruta esta vez empezando a bajar por el oeste. Por aquí fue cuando, en mitad de la carretera, nos encontramos con unas vacas (publiqué esta foto en Instagram aquí). ¡Que graciosas!

Es increíble conducir por allí, no solo por las vistas, sino porque pese a ser de un solo carril en la mayoría de las ocasiones, las carreteras están tan preparadas y tan cuidadas, y hay tantas ovejitas y vacas por doquier que no puedes no disfrutar del viaje.

Siguiendo con la ruta decidimos ir un poco hacia el suroeste, aunque en principio no entraba en nuestros planes. El paisaje era precioso allá donde fuéramos así que no nos importaba seguir sumando. Vimos la señal de un castillo, el Dunvegan castle, y decidimos ir por si nos entraba en la Explorer Pass. Se nos olvidó que las señales están en millas y no en kilómetros, así que nos hicimos más de los que pensábamos. Al llegar al castillo empezó a llover, además resultó ser privado y teníamos que pagar extra y como estaban a punto de cerrar, decidimos dar media vuelta.

Íbamos sin comer (con los mega desayunos esos se nos quitaba el hambre, una buena forma de ahorrar dinero en comida por otra parte ;P) así que decidimos volver a Portree. Tras hacer el check-in y dejar la maleta fuimos a tomar algo.

Por las calles cercanas al hotel hay muchos restaurantes del mismo estilo que todos los de Escocia (hamburguesas, pizzas, pasta…) y entramos en el primero que nos pareció más acogedor. Llevaba un rato lloviendo y estábamos empapados así que nos apetecía mucho poder calentarnos y engañar al estómago con algo.

Tras una suculenta hamburguesa vegetariana nos fuimos a descubrir el pueblo.  Portree es bonito si lo investigas bien. Es el mayor centro turístico de la isla de Skye, con un montón de turistas en verano y apenas unas 2000 personas en invierno. La verdad es que para lo pequeño que es tiene muchos restaurantes, hostales, bed & breakfast y tiendas bastante cucas.

La zona más famosa es su puerto, donde encontramos las casitas de colores que caracterizan muchas fotografías.

Bordeando el puerto de un extremo a otro decidimos investigar los alrededores. Así fue como descubrimos el Scorrybreac Circuit, una travesía andando que da la vuelta en círculo. En un panel informativo decía que se tardaban unas dos horas en hacer el recorrido. Nosotros no teníamos tanto tiempo, puesto que pronto iba a anochecer, pero aún así nos adentramos un rato en ruta y gracias a eso descubrimos una de las estampas más impactantes de toda mi vida (sé que lo digo todo el tiempo, pero es que las Highlands son así, cada imagen es más brutal que la anterior). Tengo claro que volveré a Portree solo para hacer la ruta entera, porque no tiene desperdicio.

Pasamos un rato allí, de nuevo, viviendo el momento. Estábamos solos. ¿Cómo era posible?

En fin, sin palabras…

Cuando empezó a anochecer nos fuimos.

Volvimos al hotel y concluimos el día.

Apenas vi una parte de la isla de Skye (a pesar de que creo que en un par de días se puede ver entera), pero si algo tengo claro es que volveré para recorrerla y descubrir todos y cada uno de sus rincones. Si viajáis a Escocia no podéis dejar de visitarla. Merece la pena. Es uno de los lugares más bonitos en los que he estado en toda mi vida.

Espero que os hayan gustado estos dos días. Son los más tranquilos en cuanto a ver cosas pero al mismo tiempo son los más espectaculares. Si viajáis a Escocia, no dudéis en ver todo esto. Merecerá la pena.

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